En su escrito, contaba una anécdota sobre un hombre mayor que estaba hablando mal de la juventud, de su decadencia y sus errores... entonces, otro señor de la misma edad le preguntó jocosamente: "y tú, ¿a qué edad naciste?".
Es un poco irónico ver cómo la gente mayor critica la forma de vivir de la juventud, ¡como si ellos nunca hubieran pasado por esa etapa! Y más aún, ¿no son los jóvenes condicionados por los estilos de crianza, el ambiente y los estímulos que los adultos crean?
Claro, no podemos tapar el sol con un dedo tampoco. La verdad es que existen muchos jóvenes que por su forma de comportarse dan crédito a esos comentarios... jóvenes que quieren que se les trate como adultos, pero que al darles una responsabilidad no responden como deben (esto por mencionar una de las pequeñas cosas).
Por eso es que me gusta la recomendación de San Pablo a Timoteo: "No dejes que te critiquen por ser joven. Trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar, tu conducta, tu caridad, tu fe y tu vida irreprochable" (1 Timoteo 4, 12).
San Pablo no sólo le dice "no dejes que te critiquen", sino que le da pautas para que se comporte como un joven irreprochable: no dejes que te "afuereen", que tomen a menos tus opiniones, que no reconozcan tus esfuerzos y tus logros; pero cumple tu parte también: cuida tu manera de hablar, tu conducta, tu caridad, tu fe y tu vida!!
Que el Señor nos permita seguir madurando en la fe, que nos transforme en ejemplo para los demás y que podamos llevar nuestra vida de manera "irreprochable".
A las personas mayores: confíen más en los jóvenes porque, después de todo, ellos son el futuro cercano.
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