Todo, venga de donde venga, el Señor lo cambia en bien. Todo, sea agradable o sea doloroso, e incluso trágico.
El mal puede venir de causas muy diversas: Maldad ajena, causas naturales, deterioro corporal, culpa personal, etc.
A Jesús le sobra sabiduría, poder y amor para sacar bien de cualquier mal. El bien espiritual, siempre. El bien temporal, si conviene, también.
El hombre de fe viva asume todos los sucesos como “oportunidades”:
- para madurar en el seguimiento de Jesús
- para crecer en la confianza y abandono total en Dios,
- para comprobar una vez más el amor que El nos tiene.
No te preguntes nunca “por qué” me sucede a mí estas cosas: Pregúntate siempre “para qué” o “qué espera Dios de mí” en tal caso.
Tú ama y confía ciegamente en Ely El hará lo demás para tu bien.
Escrito por : Brenda Torres Lara
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